domingo, 28 de septiembre de 2008

¿Qué día enterraron a Cervantes"

Diario ARRIBA. Abril 1945. Premio Provincial “Erudición”. Ramón Ossorio.

En todos los tiempos han ido volcándose sobre la Historia Literaria preciosos datos, si no indispensables, al menos necesarios para delimitar momentos y elucidar oscuros horizontes que se cernían sobre éstos y aquellos hombres, que sus obras simbolizan una época determinada de la vida.
Incansables eruditos y excelentes biógrafos rebuscaron entre bibliotecas y archivos mil los más ínfimos detalles, siguiendo paso a paso las huellas del pasado, pisteando sus cabezas entre pulverulentos legajos sacados, Dios sabe de dónde, y luego… ¿para qué? ¿para decirnos que no eran las diez, sino las nueve cincuenta y nueve minutos? ¿Y para esto, para justificar unos segundos se han precisado tantos años? Creo que no merecía la pena tan ímproba tarea.

Bien es verdad que aquellos datos que se presentan claros e indiscutibles aburren hasta crispar los nervios, y estimulan, en cambio, hasta el detalle, los que se remontan a muchos siglos atrás que hay que buscarlos en ininteligibles escritos o en tradiciones seculares, cuando no milenarias, ya muy adelantadas (1).

Parece ser que todos los grandes hombres al iniciar el descanso de la eternidad nos legaron en su testamento el derecho a meter ruido con su nombre y con su fama. Y es esto lo que actualmente ocurre con el que comúnmente fue llamado Miguel de Cervantes Saavedra, quien legó a la posterioridad la mejor obra de la Literatura Universal, porque así lo confiesan las plumas más autorizadas de todos los tiempos y de todos los países; sabemos, además, que su cuna ha sido la ciudad complutense enclavada en el corazón del terruño castellano; sabemos también que nació en aquel año, y murió en este otro. ¿Que el óbito ocurrió unas horas antes o después de la que se había creído? ¡Y qué más da! ¿Que no es lo mismo? Pues yo pienso que sí.

Muchos son los biógrafos, del pasado siglo y del actual, y entre ellos el señor Astrana María, en su obra titulada Haz de flechas, publicada en el año 1940, que aseguran que Cervantes murió el día 22 de abril del año 1616, sin apoyarse en más, que en comparar con la de Cervantes algunas partidas de defunción de la misma época, juicio algo aventurado. Y digo aventurado porque atrevido a asegurar, como se aseguraba, en un artículo publicado en este mismo DIARIO no hace muchos días, que don Miguel de Cervantes fue enterrado el día 23 de abril del año 1616.

El excelentísimo señor Don Mariano Roca de Togores, marqués de Molina, hijo del conde de Pinohermoso y de la condesa de Villa Leal, político, escritor y gran biógrafo, perteneciente a la Real Academia a mediados de la pasada centuria, también asegura categóricamente que Cervantes fue depositado en el convento de Trinitarias Descalzas de Madrid, sito en la calle de Cantarranas, hoy Lope de Vega, el día 23 de abril del año 1616. Con lo cual no dice que muriese el mismo día, ya que lo más probable es que al siguiente de su fallecimiento fuese trasladado, de acuerdo con la última voluntad de Cervantes, al citado convento en el que tenía de religiosa a su hija Doña Isabel de Saavedra.

Es curioso anotar que en este mismo día 23 de abril la población madrileña acompañaba a la Santísima Virgen de Atocha desde el convento de Santa María al de Santo Domingo en rogativa por la lluvia, lluvia que se consiguió.

Sobre el suelo del convento quedó el ataúd que contenía el cuerpo de Cervantes, totalmente desfigurado por la hinchazón de la hidropesía, cerrados los alegres ojos; y así, con la inmovilidad y el frío de la muerte pasó toda la noche del día 23, pero no fue sepultado hasta el siguiente, domingo día 24 de abril de 1616, dando fe de este hecho los testigos oculares, entre los que figuraban, además del Licenciado don Francisco Núñez, convecino y albacea de Cervantes, algunos asistentes, caballeros de la Congregación del Caballero de Gracia y del Olivar.
“Al día siguiente, domingo 24, los frailes Trinitarios salieron al altar; que habiendo ellos redimido aquel cuerpo de las mazmorras de Argel, se adelantaban a ofrecer por su alma inapreciable rescate.”

“Oficiaron en el coro las religiosas, con más acompañamiento de lágrimas que de música, y de ven en cuando, se percibían de lejos, en un rincón, suspiros ahogados, sollozos mal comprimidos.”

“Terminado el oficio dieron sepultura al cuerpo.”

(1) hay una corrección a mano del autor, tachando “adelantadas” y en su lugar escribiendo “adulteradas”.

viernes, 19 de septiembre de 2008

A modo de presentación

Aún recuerdo el cartel de "PRENSA" que ponía en su coche. Después de su profesión de maestro, que lo llevó de pueblo en pueblo por toda la geografía peninsular y tinerfeña, su otra gran pasión era el periodismo, que iba cultivando en su columna "Ávila en Canarias", con sus crónicas en el "Diario de Ávila" y en el desaparecido diario tinerfeño "La Tarde", así como con sus esporádicas colaboraciones en el también tinerfeño "El Día".
Ahora, cuando han pasado ya diez años desde que mi abuelo nos dejara, abro este blog para que sirva de estante de tantos y tantos artículos por él escritos, que he ido recopilando a través de todos estos años, y que ahora me propongo transcribir y publicar en la red, para que sirva de merecido homenaje a alguien que trabajó por la unión de dos pueblos tan distantes y diferentes como lo son Ávila y Tenerife, el primero de donde vino y el segundo donde descansará por siempre.